lunes, 29 de enero de 2007

ADELAIDA

La Tía Chiche había conocido una cantante lírica, según se cuenta entablaron una relación de amistad muy profunda y como la tía era una experta costurera se había dedicado por entero a coserle cada uno de los maravillosos vestidos que utilizaría en sus presentaciones. Siempre la acompañaba al teatro y se deleitaba escuchándola. Podía pasar horas junto a ella extasiada. Decía siempre que su canto era increíble, que era como el canto de las sirenas, por eso el que lo escuchaba quedaba para siempre atrapado por ese canto. Se llamaba Adelaida ....

Contaba la Tía Chiche que cuando llegó el día de su gran presentación el teatro estaba lleno, no cabía ni un alfiler, las luces se encendieron, la música comenzó, el telón se abrió y una ovación inmensa recorrió la sala pidiendo la aparición de la cantante. Se hizo una breve silencio esperando que el momento en que ella saliera a escena.

La música continuaba, pero la salida de la gran cantante comenzó a demorarse inexplicablemente.

El público empezó a impacientarse, el rumor de las voces recorría la sala buscando explicación. Atrás de los telones todos corrían de un lado a otro buscándola. Ella no aparecía por ningún lado, nadie la había visto salir. Ni siquiera la tía que después de ayudarla a vestirse y arreglarle todos los detalles le había dado un enorme abrazo deseándole todo lo mejor porque esa era su gran noche. Era algo inexplicable, misterioso.

De pronto alguien llego corriendo, venía desde las catacumbas del teatro. La habían encontrado muerta, la pobrecita murió antes de salir a escena.

Nunca se supo como sucedió, ni cual fue la causa, ese ha sido y seguirá siendo un gran misterio.

Se cuentan muchas cosas, los más incrédulos cuentan que aspiro demasiado aire ensayando sus cantos y se atraganto, otros dicen que es el fantasma de las catacumbas que se enamoro de ella, y decidió llevársela para siempre a vivir con el। Y otros muchos dicen, y esto es cierto que por las noches se siente el canto de Adelaida que sube desde las catacumbas e invade el escenario cantando para su público que jamás la pudo escuchar. Tía Chiche había comprado un palco de por vida para ir todas las noches a escucharla, claro que en la familia todos decían que había enloquecido, pero por las dudas nadie nunca se animo a acompañarla al teatro para ver si era verdad o no que Adelaida cada noche le regalaba su mejor voz.

Adriana Felicia

(Registro propiedad intelectual, en trámite)


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